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¿Qué es aquello de Bocas del Toro que ciertamente me haría sentir en… Bali? ¿Qué me llevaría a percibir la idiosincrasia de una isla asiática tan distante en términos de kilómetros, aquí mismo, en un destino paradisíaco del Caribe?
Durante los primeros instantes de esta travesía, no tendría dudas al respecto. Mi avión había aterrizado en dicho archipiélago situado en el lado oeste de Panamá. Me encontraba en el acogedor Aeropuerto Internacional de Bocas del Toro Isla Colón. De hecho, su tamaño guarda una distancia considerable con el a veces abrumador aeropuerto de Bali y las hordas de personas que allí esperan a… más personas.
Bocas del Toro, Panamá.
Aún así, los lazos entre Bocas del Toro y Bali no tardarían en hacerse notar. Es que la primera impresión de esta isla panameña es de un desenfado absoluto: un entorno sosiego y apacible aflora por sus caminos invitando a apreciar una naturaleza que es mucho más grande que la travesía misma. Se respira surf (mi aroma predilecto). Diviso algunos surfistas que contemplan el horizonte con su tabla en mano o en la motocicleta al acecho de la próxima gran ola.
Los tubos más emocionantes de Bocas del Toro revelan su fervor en Paunch, uno de los mejores lugares para practicar surf en el Caribe. ¿Cuándo? Los meses de diciembre, enero, febrero, marzo, junio y julio, en estos periodos del año en particular el swell es toda una delicia. Durante el resto de los meses, y, de acuerdo a la luna, hay algunas semanas en las que podemos toparnos con buenas olas para surfear.
Después de observar Paunch por unos minutos, volteo y termino de discernir el sitio donde alcanza el punto álgido la conexión entre Bali y Bocas del Toro. No solo es la fascinación por el surf, el mar, su naturaleza circundante o los rincones escondidos que más tarde visitaría, también es La Coralina Island House, el refugio de bienestar que jamás esperé condensara la esencia de Bali, en pleno Caribe.
La Coralina Island House, Bocas del Toro.
Pensaba que estaba en Bali: era Bocas del Toro, Panamá
Hace más de una década y media, Ernesto Gutiérrez Conte (oriundo de Argentina) llegó con su barco en búsqueda de las mejores olas de Bocas del Toro en Paunch. Tras surfear incesantes horas y almorzar en el restaurante que se encontraba enfrente de la rompiente (mejor conocido como point break), y en una de esas conversaciones inesperadas de la vida, le ofrecen comprar el restaurante. Ernesto termina por adquirir el sitio, la casa (actual master villa) y el terreno en el año 2008.
Durante los dos primeros años, no estaba seguro sobre qué construiría allí. Hasta que una de sus hijas, quien es profesora de yoga y por aquel entonces había hecho de Bali su nuevo hogar, le cuenta que allí se estaban deshaciendo de distintas estructuras de los templos. “Tenemos que empezar a rescatarlos, es una maravilla”, le dijo a su padre.
Así fue como Ernesto y su equipo empiezan a concebir La Coralina Island House con los portales y estructuras que trasladaron desde Bali a Panamá. De hecho, su master villa de 8 habitaciones —donde es posible tener hasta un chef— fue construida con absolutamente todo lo que rescataron de Bali: muebles, portones de 700 años y estructuras en muchos casos restauradas por Rey, un lugareño que se especializa en el arte de tallar madera.
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Vistas desde el restaurante de La Coralina Island House.
En pleno silencio, en plena calma en el interior del paraje La Coralina Island House conformado por 8 villas y 23 suites con vistas al mar Caribe, me sentía en Bali sin estar precisamente en Bali. Con el transcurrir de las horas entendería que ese sosiego forma parte de una sabiduría holística que se extiende por un hotel que se ha convertido en un destinode bienestar, en especial por quienes lo integran, sus retiros y departamentos.
Estamos hablando del departamento deportivo, donde podemos encontrar fisioterapia, el método rolfing y terapias para surfistas; del departamento estético, que ofrece masajes de drenaje linfático, yoga facial e iluminación y oxigenación facial; del departamento terapéutico con su amplio abanico de alternativas como reflexología, masaje ayurvédico, biodecodificador, con piedras calientes y masaje tailandés; del departamento medicinal con Jin shin Jyutsu, osteopatía, acupuntura y cupping; y, por último, el departamento emocional/espiritual con masaje chamánico, baño de sonido, decodificación bioemocional y gemoterapia, entre muchas otras terapias.
El paraje fue concebido con estructuras que trajeron desde Bali.
Tal es así que la propuesta de La Coralina hace tiempo se ha distanciado de la ‘simple’ idea de un spa. Y conseguiría constatarlo al comenzar dicho viaje de bienestar con una sesión terapéutica a cuatro manos (combinando yoga facial, reflexología y deep tissue) al atardecer con vistas al mar, seguido de una mañana de yoga vinyasa en su yoga deck y una sesión oriental con masaje tailandés con shiatsu, ampuku detox emocional y manteo mexicano con Diana Valencia.
El yoga deck es un sitio sumamente especial puesto que está suspendido en el aire y debajo de él se han enterrado 3000 kilos de cuarzo blanco para que en el momento en que se ingresa, inicie un proceso de sanación.
El espacio donde se práctica yoga y múltiples disciplinas en La Coralina Island House.
Nunca fui una gran aficionada del yoga. No obstante, debo decir que aquella sesión fue la primera clase de yoga que verdaderamente disfruté. Más aún me conquistó la idea de que las clases estén abiertas a la comunidad de la isla, un lugar donde los locales pueden despejar su mente de lunes a lunes, tal como lo hacen los huéspedes del hotel. Un sentido de comunidad en el epicentro de La Coralina.
Tras un desayuno liviano con opciones veganas, vegetarianas y celíacas antes del yoga, llegaba la hora de degustar la gastronomía de La Coralina (el resto de los días me inclinaría por saborear los pancakes con banana, mermelada de arándanos, sirope y mantequilla que, todavía extraño).
Restaurante Daylight con estructuras traídas de Bali.
En lo culinario no había punto de encuentro estrecho con Bali, pero sí con el concepto de ser lo más sustentable posible: pulpo, langosta y pargo (nada de pescado que no se pueda pescar en estas costas), preparaciones como risotto de calabaza asada, frutas típicas del Caribe y lomo de ternera con papas confitadas, carne importada de Argentina porque una gran parte del equipo es oriundo de allí, así que esa es la única excepción a su regla de abastecerse localmente.
En vez de su restaurante donde ceno a diario, al mediodía decido acercarme a su club de playa, donde vuelvo a sentirme en un rincón perdido de Bali. Creo que podría comer sus tacos de plátano, su sandwich de queso a la plancha (con un queso típico de Panamá, por cierto) y la milanesa de pollo a la ciabatta una y otra, y otra vez. Aunque, tal vez no fue buena idea haber degustado tantos platos…
Pancakes con vista al mar.
Club de playa.
Porque el trabajo de respiración que me esperaba en la segunda parte del día requería comer liviano (tarde, tarde, es que la gastronomía de La Coralina me dejó sin palabras e inspiró mi apetito). Aun así, la respiración consciente y conectada impartida por Luciano Lossendiere fue de las experiencias de bienestar más enriquecedoras que había tenido hasta el momento.
Apenas nos vimos envueltos por el sosiego del yoga deck, Luciano procedió a preguntarme “¿quién era?”. No se refería desde un punto de vista profesional, sino quién era en verdad. Después de una charla sobre la cantidad de veces que respiramos por día (de 22.000 a 24.000 veces, aunque pocas de manera consciente), y y a través de su guía en todo momento, nos embarcamos en un trabajo de respiración que me llevaría a un estado de observación diferente y neutral.
A otra constelación donde los colores y las sensaciones abundan, es como lo describiría, pero que puede ser de un modo diferente para cada persona. Breathwork permite abrirse a las posibilidades, conectar con las emociones y la intuición, alinear los sistemas y la energía, y es por ello que recomiendo que te adentres en dicha técnica, al menos una vez en la vida.
El aquaflow busca un balance de energía femenina y masculina a la vez que el terapeuta siente como el cuerpo fluye.
En La Coralina también me harían dialogar con el aquaflow, mejor conocida como osteopatía en el agua. Esta técnica busca efectuar un balance de energía femenina y masculina a la vez que siente como el cuerpo fluye. Recuerdo que Luciano me mencionó que el lado derecho de mi cuerpo estaba algo cerrado, y me comentó de una solución conectada a mis raíces y mi historia. Todavía es una tarea pendiente, querido Luciano…
La belleza exterior estaría en manos de Francisca Poblete y Carolina Cedeño, quienes me esperaban con una evaluación de una nutricionista, una sesión de radiofrecuencia, cavitation y lipoláser, limpieza, hidrofacial y drenaje linfático. Definitivamente anhelo regresar a La Coralina Island House.
Cada una de las sesiones fueron tal y como me explicaba Gustavo Villamor, el terapeuta jefe responsable por todo de bienestar del hotel, antes de emprender dicho viaje de bienestar: “Hacemos mucho hincapié en que cada persona es distinta. Entonces cada terapia va a ser distinta. Cada terapeuta se planta en su vocación de servicio y sabe que el servicio lleva al huésped por un camino holístico, de descubrimiento y despertar”.
Las vistas desde la villa de La Coralina Island House antes de comenzar un día de exploración y bienestar.
La inmersión holística en la naturaleza de Panamá no estaría completa sin los retiros que anualmente se celebran en la Coralina Island House. “Comenzamos en febrero del 2023 con el retiro de ‘Anima mundi’, un retiro basado en el tarot y en el libro escrito por Joseph Campbell El héroe de las mil caras, pero que habla del comportamiento arquetípico de las personas. Son 8 líderes de retiro que te guían en el camino del héroe, hasta que se llega a la liberación”, cuenta Gustavo.
Así es que trabajando en conjunto con los líderes de retiros como Ana Laura, Aura Bermudez y Aurora Brenes, y sirviéndose de los beneficios de distintas técnicas, este paraíso ha sabido abordar retiros de 3 o 4 noches que incluyen la estancia, desayuno, almuerzo y cena, las sesiones y los traslados, con una organización que se lleva a cabo desde el mismo hotel, donde incluso han desarrollado su propia línea de aromaterapia que puede adquirirse en el atelier y espacio que trabaja en el desarrollo de marcas locales, a la vez que tiene disponibles productos internacionales (regentado por Marcelo).
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Los próximos retiros incluyen ‘Dum spiro’, que significa “mientras respiro” y propone un viaje de sonidos, frecuencias y respiración para lograr un estado de conciencia expandida, (del 16 al 19 de enero del 2025); ‘Elemental Goddess’, un retiro solo para mujeres que buscan equilibrio, renovación y conexión con su poder interior y que además cuenta con experiencias del barco de La Coralina en el mar (del 20 al 23 de febrero del 2025); ‘Anima mundi’ (del 9 al 12 de marzo del 2025); ‘Natural’ para conectar con la naturaleza y el ser en búsqueda de la plenitud (del 29 de abril al 3 de mayo del 2025); ‘Nutri reset’ para sanar el vínculo con los alimentos (del 20 al 23 de julio del 2025); y ‘Shambalá’ (del 20 al 24 de agosto del 2025).
"Todo el hotel entra en modo retiro. Nuestra meta es que La Coralina sea un retiro en sí, incluso la gastronomía se adapta al retiro", añade Gustado. En el programa también se esperan momentos de contacto con la naturaleza en las visitas a los bosques que rodean el hotel y las playas de aguas cristalinas de la isla.
Para culminar este viaje y la experiencia en la propiedad inmersa en la selva tropical de Panamá, un día de surf en Bocas del Toro junto a Adrianna Cano (surfista venezolana y terapeuta del spa). Inevitable una visita a Cayo Zapatilla, una reserva natural sin la presencia del hombre, como así también a la Isla de Los Pájaros en la zona límite con Costa Rica (si no hay un swell intenso, se puede ir) a bordo de la embarcación de La Coralina.
Cayo Zapatilla, Bocas del Toro.
Mucho más que un archipiélago, las islas de Bocas del Toro son parte de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera declarada por la UNESCO, y albergan el Parque Nacional Marino de Panamá.
Cabe destacar que el Instituto Smithsonian tiene base en Panamá y en Bocas del toro, con científicos que estudian la selva primaria y trabajan en el mar. El hotel está colaborando con ellos a través de Coral Nation, una fundación sin fines de lucro que apoya emprendimientos para salvar los arrecifes del coral (el programa está disponible para que los huéspedes participen).
Para una próxima ocasión quedará pendiente sumergirme en Playa Estrella, también conocida como la Playa de las estrellas de mar, o la Isla San Cristóbal, donde es posible aprender sobre las plantas medicinales.
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